Anfibios, especies olvidadas.
La entrada de hoy por ser un día de lluvia, la vamos a dedicar a la especie de anfibio más abundante en Arroyomolinos, el sapo corredor (Epidalea calamita).
Su nombre se debe a las largas y rápidas caminatas que estos animales hacen las noches húmedas cuando la temperatura sube de los ocho grados centígrados, por los caminos y carreteras.
Su finalidad es sobre todo poder alimentarse de sus presas favoritas, lombrices e insectos.
También acuden a la llamada de la necesidad reproductora.
Los machos de colores verde vivo, son los primeros en salir de sus agujeros cavados en la tierra, en busca de un charco generado por las lluvias.
Varios machos ocupan las mejores posiciones al rededor del agua y comienzan a cantar.
Estos cantos despiertan a las hembras, de color más marrón y un tamaño ligeramente mayor al del macho. Una vez llegan éstas a la charca eligen a su pretendiente.
La postura de sujeción del macho a la hembra se denomina "amplexo". Los anfibios tienen fecundación externa, por lo que la hembra va poniendo huevos, que el macho va fecundando.
Las puestas de huevos son de color negro y tiene forma de cordón.
Como esta especie coloca sus puestas en los charcos temporales de la lluvia, en ocasiones éstos acabarán secándose. Por ello, realizan muchas puestas al año.
Así, se asegura la supervivencia de las generaciones futuras.
Esta especie se encuentra incluida en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, con la categoría "De Interés Especial".
Los principales problemas a los que se enfrenta en nuestro pueblo, son sobre todo el desconocimiento y ausencia de gestión de sus poblaciones. Las fuentes a ras de suelo tampoco ayudan ya que son trampas naturales en las que caen y acaban ahogándose. Además la limpieza de estas zonas de agua artificiales con cloro, suponen un impacto muy dañino para sus poblaciones.
Los anfibios ayudan a controlar plagas, no son peligrosos y se encuentran entre los taxones más amenazados del planeta.
En Arroyomolinos sería de urgente necesidad, colocar cartelería informativa sobre esta especie en las zonas verdes donde cría, entre ellas muchos parques del pueblo. Este pequeño gesto, supondría una mejora muy notable de la mortandad tan elevada que sufren.
La eliminación o colocación de barreras físicas en las fuentes a ras de suelo o la erradicación del cloro y colocación de filtros biológicos en las fuentes del pueblo, sería también muy necesario para que sigamos oyendo sus cantos en las noches lluviosas de Arroyo.
Fotografía y texto por Almudena Zaragoza Bióloga Nº Col. 19086M
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